Ayer, miércoles, Japón celebró los 50 años de su Tren Bala, el Shinkansen, todo un símbolo del boom económico y del renacimiento tras la guerra, con ceremonias celebradas en todo el país. Dichas celebraciones arrancaron a las seis de la mañana en la estación principal de Tokio, lugar desde donde partió por primera vez el tren japonés de máxima velocidad, que hoy en día es un ejemplo en todo el mundo por su velocidad, eficiencia y seguridad.
El último tren bala en ejercicio, el N700A dejó la estación de la capital partiendo rumbo a Fukuoka, ubicado en el sudoeste de Japón. Presenciaron su marcha la cúpula de la Central Japan Railway (JR Tokai), el operador ferroviario, las autoridades y un grupo de personas que nacieron el mismo día que el lanzamiento del tren.
Ya retirado, el ingeniero japonés de ferrocarriles Fuhimiro Araki ha declarado que era «como volar en el cielo». Con sus actuales 73 años, condujo por un breve período el Tren Bala japonés durante 1967 mientras completaba su carrera como ingeniero ferroviario. La semana pasada pudo volver el tiempo atrás y se sentó en el puesto del conductor de uno de los modelos antiguos dentro de un museo.
El Tren Bala japonés nació como el más rápido del mundo gracias a su velocidad máxima de 210 km/h. Pero en la actualidad no es sencillo aumentar esa velocidad máxima por los problemas de contaminación acústica, aunque se espera que en el próximo año alcance los 285 km/h y en 2020 los 360.