Proyecto Libellus: nueva red social de Marketing at Retail

Perse me invitó a la presentación del Proyecto Libellus, una red social hecha en Ning orientada al Marketing at Retail. La idea es que la comunidad se convierta en un centro de capacitación permanente con conferencias online y ondemand sobre la actividad.

Tuve que madrugar para acercarme a Marca Futuro -el mismo lugar donde se realizó el último Palermo Valley– y confieso que llegué un poco escéptico ya que no soy experto ni mucho menos en Marketing at retail. Pero las dos charlas fueron muy interesantes y se pueden rescatar algunas reflexiones sobre internet, ya que hoy en día cualquier disciplina tiene en cuenta a la web.

Primero habló Marcelo Angeletti, Socio Director de Chetochine Consulting Group Brasil, una empresa francesa que desde los 70 trabaja en el análisis de nuevos comportamientos de los consumidores. Y luego fue el turno del propio Georges Chetochine, fundador y presidente del grupo, autor de varios libros como «La derrota de las marcas» y asesor de comunicación del ex presidente francés Jacques Chirac.

Angeletti tituló su charla «Managment del tiempo de compra» y no duró demasiado, así que rescate esto:

«El celular ideal es un chip colocado en mi cuello que no necesito ver las teclas ni entenderlo y que sea prácticamente una extensión de mi mente. El auto del futuro es una pecera individual e hiperconectada, porque el ideal hoy es que no me jodan. Eso es lo que los consumidores les exigen hoy a las marcas: que el avión sea seguro pero que me dejen cargar una valija de 8 kilos».

Por su parte, Chetochine -considerado el especialista europeo de mayor reconocimiento internacional en estrategias de marca y fórmulas de distribución– se extendió bastante más en su charla «Marketing en tiempo de crisis«:

«La primer revolución fue el hiper mercado, inventado por Carrefur. La segunda revolución fue la de las marcas propias ya que después de las guerras mundiales empezamos a consumir y las marcas eran importantes. Los distribuidores quisieron tener marcas propias para dejar de depender de los proveedores. Ahora, el peor enemigo del proveedor es la marca propia, y tiene un papel fenomenal en la distribución.

Cuando hay una revolución la gente no lo ve. Cuando vino el auto los que tenían caballo pensaron que estaban locos.

La tercera revolución fue la del Hard Discount o tiendas de descuento. Sucedió por que teníamos inflación y la gente quería productos baratos. La inflación es siempre buena para los ricos y mala para los pobres.

Hoy en día, la idea de libertad tiene que ver con poder elegir lo que queremos consumir. Las marcas multiplican sus productos para que el consumidor tenga muchas opciones para consumir. El pensamiento es que para ser el mejor tenemos que tener lo mejor. Entonces, estamos en una civilización de hiper-elección. Queremos que la sociedad nos proteja sin prohibirnos nada, nos dé derechos sin obligación. La cuestión ahora es cómo el ser humano elige.

Pero mientras más elegimos somos menos felices. Cada vez aumentan más las tasas de suicidios. Mientras más productos tengo en el supermercado soy más infeliz. La elección no da felicidad. Elegir es renunciar. O compro la Coca u otra marca más fea pero más barata, entonces, tengo que renunciar o al precio o al gusto. Elegir es frustrante, angustiante y difícil. En Rusia no hay elección y en USA hay demasiada elección, el problema es conseguir un equilibrio.

Hoy en día, mientras más promociones hacer, más caen las ventas. Entonces, no es una cuestión de precios. La cuarta revolución tiene que ver con los nuevos comportamientos del consumidor. En épocas de crisis como las que vivimos ahora, para mantener un nivel de vida tenemos que cambiar la arquitectura del consumo. Cambiar donde, como y lo que se compra. Para eso hay que definir las cosas indispensables y elegir quién quiero ser.

En esos indispensables tienen que pensar tanto distribuidores como proveedores y trabajar juntos. Los supermercados tienen que bajar la cantidad de items porque con tanta posibilidad de elección la gente se marea. Menos productos hacen que la gente compre más.

Hay dos tipos de consumidores: maximalistas -que buscan comprar lo mejor- y conformistas. Las empresas tienen que saber cuantos maximalistas hay de sus productos. Cada uno de nosotros es maximalista en algún tipo de producto. Y a la hora de comprar, el referente de precio no está ni en el distribuidor ni en el proveedor, está en internet».

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